CEGUERA
El Braille
constituye el sistema de lecto-escritura propio de las personas ciegas. Ideado
a principios del siglo XIX por el genio de Luis Braille fue y sigue siendo su
código por excelencia. Previo a la invención de este sistema los niños ciegos
estaban condenados al analfabetismo o, en el mejor de los casos, al aprendizaje
de la lectura y la escritura con letras “comunes” en relieve, método muy poco
adecuado al tacto.
Ahora bien, el sistema Braille tiene
protagonismo sin lugar a dudas en la vida de las personas ciegas. En el ámbito
escolar-estudiantil permitirá el aprendizaje de la lecto-escritura, la lectura
de la bibliografía que esté escrita en este código, la confección de trabajos
escolares. En el ámbito de la vida diaria posibilitará la anotación de una
dirección, una receta, un dato laboral, etc. pero siempre lo producido o será de uso personal o podrá
compartirse sólo con quien conozca el sistema (otra persona ciega, el maestro
especializado). Es por ello que resulta muy importante el aprendizaje o
conservación de la escritura convencional ya que tendrá una función
práctica y social relevante.
La
escritura “en tinta”
En
el caso de los niños ciegos deberá impartirse en los últimos años de la
escolaridad primaria con el único
fin de posibilitarles un medio de comunicación escrita que puedan compartir con
quien no conozca el sistema Braille. No siempre se le da importancia a la
enseñanza de esta técnica, quizás porque se confunda su objetivo. No es la meta
que el niño produzca un escrito “como si viera” sino que aprenda los caracteres
gráficos de la escritura convencional (sólo en imprenta mayúscula) para poder
anotar un teléfono a alguien que ve, dejar un corto mensaje a un familiar o a
un compañero de trabajo. A veces los maestros confunden los objetivos a lograr
sometiendo a los niños a largos escritos obteniendo de esta manera el rechazo a
una actividad que les brindaría oportunidades sociales y laborales. Es
importante impartir esta técnica en una edad donde los chicos puedan comprender
su finalidad y ponerla en práctica (por ejemplo enviando una esquela a alguien
con vista) ya que si se realiza solo como una obligación escolar carece de
sentido. Constituye “el broche de oro” el aprendizaje y práctica de la firma,
siendo relevante el explicarle a
los chicos cuál es su significado social y legal.[1]
En el caso de personas que se discapacitan en edad adulta sólo deberá enseñarse a usar las diferentes técnicas que existen para escribir en tinta[2] ya que se trata de conservar algo aprendido. Cada persona elegirá el dispositivo más adecuado y optará por el tipo de letra (cursiva o imprenta) que le resulte más fácil. Es relevante destacar que si la escritura no se ejercita se pierde la memoria motriz de los trazos tornándose ilegible lo producido.
Con idénticos fines a los enunciados puede
utilizarse una máquina de escribir con la ventaja de que no exige precisión
motriz y la desventaja de su no portabilidad. Actualmente su uso está siendo
desplazado por las herramientas informáticas.
BAJA
VISIÓN
En el caso de personas con visión por debajo de la norma, el código de lecto-escritura es el mismo que el de quienes ven normalmente.
Sólo en algunas ocasiones (como por ejemplo cuando la visión central está muy
disminuida) es necesario el aprendizaje del Braille como técnica alternativa
sin descartar la lecto-escritura convencional. Es importante tener en cuenta si
el resto visual es estable o si la patología visual es progresiva, para decidir
(sobre todo en el caso de los niños) que sistema se enfatiza.
Lo relevante en el caso de las personas con
baja visión no es el código (ya que es el convencional) sino cuál es el tipo y
tamaño de letra más adecuado, el papel
y tinta mejor. Resulta vital un conocimiento acabado de cómo ve cada
persona para buscar el medio más conveniente. Una correcta evaluación de la
funcionalidad visual evitará errores. No siempre es cuestión de agrandar los
caracteres (creencia muy extendida).
A modo de ejemplo diremos que si alguien tiene un recorte de campo y
agrandamos excesivamente las letras no sólo no colaboraremos sino que lo
perjudicaremos y este tipo de errores, sobre todo en niños que no saben “qué es
ver bien” y no pueden modificar la situación son altamente iatrogénicos.
[1]
No siempre se obtienen los mismos resultados. Factores como la habilidad
motriz, la motivación, el tiempo de ejercitación, inciden en la tarea. De todos
modos debería contemplarse la realización de la firma como objetivo mínimo a
lograr.
[2]
Para la escritura en tinta por parte de personas ciegas existen tablillas de
madera con una guía metálica
movible unida con una bisagra que oficia de “renglón”. El papel se coloca entre
la madera y la guía sujetándolo
con unos broches que la pizarra tiene en su parte superior. Sólo sirve para
caracteres de imprenta ya que la guía rígida impide los mivimientos de las
letras cursivas. Un método muy económico y eficaz consiste en doblar un papel
duro marcando los renglones y colocar sobre él el papel donde se va a escribir.
Para la firma resulta útil la confección de un tiposcopio consistente en un cartón al que se le
realiza una abertura que se hace coincidir con el lugar destinado a la rúbrica.
(*)Fabiana
Mon es:
Ø Profesora Especializada en Discapacitados Visuales.
Ø Especialista en Rehabilitación Funcional y Laboral
de Personas Ciegas o con Baja Visión.
Ø Ex Docente y Directora del Centro de Habilitación
para Adultos Ciegos y Disminuidos Visuales de San Fernando.
Algunas definiciones
Braille:
sistema
convencional de comunicación inventado por Luis Braille que utiliza símbolos
basados en un diagrama de seis puntos en relieve ordenados en tres pares
horizontales superpuestos, llamado “célula Braille” (UNESCO).
Pauta
o Pizarra Braille: aparato especial para la escritura en Braille. Se
compone de dos placas metálicas o plásticas, articuladas en uno de sus lados y
divididas en celdas del tamaño del signo generador (seis puntos). Las hay de
diferentes tamaños (de página completa, de diez renglones, portátiles para
anotaciones cortas, etc.). Se acompañan con un punzón especial que puede ser
convencional o anatómico (Mon).
Escritura
“en tinta”, “en negro” o “a lápiz”: con estos términos se denomina a la enseñanza a los alumnos
ciegos de la escritura común, la que utilizan las personas que ven. Significa
capacitar al individuo ciego para que pueda comunicarse por escrito a través
del medio universalmente empleado por la inmensa mayoría de las personas
(Crespo).
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